La ascensión de Jesús al Padre produjo el Espíritu Santo, que viene sobre cada individuo que es bautizado. El Espíritu Santo nos inspira y fortalece para buscar y practicar las virtudes para que cada uno de nosotros pueda vivir como Cristo.
Cada uno de nosotros estamos llamados a ser santos y a ser santos. Si bien tenemos razón al practicar las virtudes en nuestra vida diaria, las virtudes son primero un don del Espíritu Santo que debemos pedir y estar abiertos a recibir de Dios.